lunes, 6 de abril de 2009

A Vencer N° 8 (Abril de 2009) - Editorial



La única respuesta es la lucha y la organización







Adelantamiento y vacío de poder

El adelantamiento de las elecciones por parte de los K, además de ser una nueva muestra de su capacidad de maniobra táctica, es una clara expresión de la crisis política que aún mantiene la gran burguesía argentina en el plano de la representación de sus intereses. Los K le ponen sobre el tapete a la burguesía el hecho de que aún no ha podido construir una opción de poder alternativo al que ellos encarnan. Tras el traumático diciembre de 2001 la burguesía tiembla ante el fantasma del “vacío de poder” y sabe que es preferible un poder con el que no coincida totalmente antes de que vuelva a aparecer en escena el fantasma de la insubordinación popular.

Kirchner lo tiene claro y juega a fondo esa carta que es la última que le queda. Por eso avisa por boca del “empresario-funcionario-piquetero K” Pérsico que “si perdemos, entregaremos el gobierno y que Cobos y Clarín se hagan cargo del país”. La apuesta de Kirchner es clara: generar miedo a que pueda pegar un nuevo golpe de timón en caso de perder las elecciones, como forma de presionar a la burguesía para que baje el nivel de oposición interna -éste es el sentido de los llamados al diálogo de la Iglesia y de la quita de apoyo a los cortes de ruta del “campo” por parte de varios medios de comunicación- y mostrarse ante el electorado como la única posibilidad de que el país no vuelva a prenderse fuego. Por eso a K no le interesa mostrarse ante la burguesía como “moderado” sino presentarse como el posible incendiario y, a la vez, como el único posible bombero.


En caso de ganar las elecciones la cosa es aún más clara: los K se jugaran la caja de acá hasta junio (la coparticipación de parte de la renta sojera es un primer paso de otras medidas de supuesta redistribución) y luego le impondrán al resto de la clase dominante la necesidad de sostener las políticas de ajuste que sí o sí necesitarán aplicar para mantenerse en el gobierno.

La oposición… “no existe”

Es claro que la oposición al gobierno no es una verdadera oposición en términos políticos y sociales. Todos ellos coinciden en lo fundamental: que la crisis la paguemos nosotros. También coinciden en los núcleos fundamentales acerca de cómo organizar el país y su economía: sostener las ganancias de las grandes empresas, no redistribuir la riqueza, no modificar el sistema impositivo, no desmantelar el aparato represivo, permitir y acentuar el saqueo de nuestros recursos naturales, etc, etc. Esos son los núcleos duros de la dominación capitalista y en eso coinciden todos. Después se pelean por quién se lleva el pedazo más grande de la torta.

Por eso ante este nuevo avance de las patronales de la agroindustria, volvemos a marcar que no estamos ni con uno ni con el otro. Nuestro enemigo es el capitalismo y no alguna de sus diversas fracciones. Incluso siendo plenamente conscientes que una de estas fracciones expresadas por las patronales del campo, expresa el bloque más reaccionario y antiobrero de los dos. En este sentido no podemos dejar de remarcar el grave error en el que vuelve a caer -como ya lo hicieron en otros momentos de la historia argentina- algunas corrientes de izquierda. Principalmente el PCR que en el marco de la discusión del documento único de Memoria Verdad y Justicia para el acto por los 33 años del golpe se opuso (enfáticamente) a que se denunciara la complicidad de la Sociedad Rural en el golpe porque "sería una forma de golpear a la mesa de enlace" haciéndole el juego al gobierno.

Pero además la oposición no existe por partida doble. La derecha más recalcitrante sufrió un duro golpe ante la escasa convocatoria de su acto contra la “inseguridad” (ver “La derecha agita el fantasma de la inseguridad” en pág.4). Los representantes del “campo” quedaron sin posibilidad de “reconvertirse” en candidatos ante el adelantamiento de las elecciones, y solamente podrán seguir generándole desgaste al gobierno pero no serán directamente ellos los que capitalicen eso, como pretendían.

Los dos bloques que se han conformado por fuera de los K, el neoduhaldismo y la neoalianza, todavía no son una clara opción de poder. No tienen ningún representante que le asegure a los grupos dominantes la gobernabilidad del país. Por eso la amenaza de K, de “yo o el caos”, surte algún nivel de efecto

Pese a esto la elección lamentablemente volverá a polarizarse entre dos o tres opciones de la gran burguesía. Lo que marcamos aquí es que las otras opciones capitalistas no pueden hoy asegurar la gobernabilidad y que además no hay dos o tres proyectos de país en juego, sino uno sólo con algunas diferencias en los acentos.

Y después de junio ¿qué?

Ya desde hace meses está en marcha el ataque a la clase trabajadora. Empezaron por una fuerte campaña de terror, todos los medios orquestados hablándonos de crisis, todos como si fuera una catástrofe natural y no el producto de las decisiones políticas de aquellos que nos gobiernan. Y luego se desató el vendaval de despidos, suspensiones, descuentos salariales, quita de horas extras, cierre de turnos, cambio de régimen de trabajo, etc, etc, etc. Casi no hay fábrica en que los trabajadores no hayan sufrido algún golpe. La burocracia sindical, tanto de la CGT como de la CTA, está siendo cómplice evidente de este proceso, no convocando todavía ni a un hecho nacional contra la crisis. No lo hacen los gremios textiles y metalúrgicos, cuando esas industrias se caen en todo el país, ni la CTERA pese a que la mayoría de los distritos comenzaron con paros de los docentes

Pero lo que se viene después de junio será peor si no logramos organizarnos para luchar por otra salida. Porque la única salida a la crisis sin romper con la dominación capitalista, es la vieja receta de la devaluación, los ajustes en educación y salud, el final de los tímidos controles de precios y la vuelta al FMI para obtener créditos. Ya sabemos adonde nos llevó eso.

Ese es el paquete que se viene y que Cristina ya ha prometido al decir que asegurará la competitividad de las industrias argentinas: ya está en marcha una nueva devaluación para robarnos el poder adquisitivo que los trabajadores fuimos recuperando a lo largo de tantas luchas desde el 2002.

Ahora la respuesta es la lucha y la organización popular

Con el adelanto de las elecciones pretenden además cambiar la agenda de los sectores populares. Buscan que en lugar de discutir y organizarnos para luchar contra los despidos, por nuestras condiciones de trabajo o por aumento salarial, estemos pensando en a quién podemos votar y que los distintos partidos de izquierda trasladen todo su accionar al ámbito electoral (como de hecho varios ya lo están haciendo). Nosotros decimos que esa no es la salida. La lucha no se librará centralmente en las urnas sino en las fábricas, en los barrios, en las escuelas, en las universidades. Lo central no pasará por las listas de candidatos, sino por los delegados de base, los sindicatos, los centros de estudiantes. Es allí dónde debemos actuar, dónde nos debemos organizar día a día, potenciando cada lucha y construyendo poder obrero y popular. Porque no alcanza con luchar: de cada lucha debe quedar un saldo de organización, un avance en términos de unidad y conciencia de nuestra clase

Que no se entienda esto como un planteo antielectoralista. Lejos estamos de esas posiciones que desarman a la clase ante un escenario de disputa política para el cual los revolucionarios también debemos tener una respuesta. En MIR no creemos que la respuesta sea la típica de la izquierda argentina: la de presentar expresiones marginales y sectarias, que claramente no se muestran como una opción de poder real ante las masas y que culminan haciendo el juego a la legitimidad el dominio burgués -y aportando quizás al aparato de alguno de los partidos-, pero sin sumar nada para el proceso de lucha y organización de la clase obrera.

Para nosotros el camino pasa por formar un amplio frente político obrero y popular, cuyas tareas vayan mucho más allá de la presentación a unas elecciones (decisión que debe ser eminentemente táctica) y que acumule en el sentido de la organización autónoma de la clase obrera y los demás sectores explotados y oprimidos. Un frente político que avance en ser una real opción de poder revolucionario y que si se presenta a elecciones lo haga para disputar con la gran burguesía y no para pelear los últimos puestos en esa patética “interna abierta” que suelen ser las elecciones generales para los partidos de izquierda que se vienen presentando.

Ese frente político lo tenemos que empezar a construir ahora, pero no pensando en las elecciones sino en como luchar por nuestros intereses, contra los despidos y suspensiones, para lograr que la crisis no la paguemos nosotros, sino las patronales y su gobierno.

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