miércoles, 20 de marzo de 2013

A La Mujer Revolucionaria.
 
 
 
El silencio de tus labios, el brillo de tus ojos,
La ausencia del fuego en tú mirada,
La resignación, la puta resignación,
Y las cadenas invisibles de tus manos,
¡ Y tus manos!
Rotas, maltratadas, así como tu cuerpo,
Tu piel curtida al sol que no sabe de descansos,
Que no conoce tratamientos de belleza,
¡Porqué la única belleza es la de tu alma!

Que comenzó a cuestionar,
A darle otra lectura a los seudoinformativos,
Cuya rebeldía empezó a florecer como la primavera,
Que con asco miró las revistas de belleza,
Que no se vio ni gorda, ni pobre, ni fea,
Que se vio libre,
Libre de esa estupidez, de esos mundos de mentira,
Libre de la mentira, que nos dieron como verdad.

Y el odio encontró el origen y ahora fue distinto,
No fue hacia el inmigrante, hacia el que es diferente,
No!, porque era una más, entendió que el odio,
Se nos enseñó con nuestros primeros pasos,
Para separarnos, para gobernarnos,
Y el odio no apuntó hacia los equivocados, apuntó hacia los regentes,
el enojo fue con el sistema, hacia los mentirosos profesionales.

Tu voz rompió el silencio,
Tus ojos recobraron el brillo,
Cuando tu alma volvió a arder,
Con el fuego de tu lucha,
Tus lastimadas manos rompieron las cadenas del sistema.

Sí, el mañana será más jodido que el presente,
Pero el amanecer trae consigo la esperanza de quien lucha,
La esperanza del futuro, de nuestra Latinoamérica,
quien ya debe dejar de trabajar de sirvienta,
Para el resto del mundo.

Y así, como tu belleza se volvió perfecta,
La fuerza de tu lucha, lo seductor de tus ideales,
Esa mirada que petrifica, que desafía,
que me hace latir el corazón,
fue como nació la mirada de una mujer revolucionaria.

Miguel            .

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